“EL MIGRANTE TIENE DERECHO A LA ATENCIÓN DE SALUD Y HA COSTADO INCORPORARLO”.

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Luego de vivir dos años en Santiago donde trabajó como enfermera con pacientes COVID y con problemas de salud mental, Solange Céspedes (46) volvió a Arica, la ciudad donde creció y que siente como suya, aunque nació en Valparaíso.

Mucho antes de estudiar enfermería en la Universidad de Tarapacá, el trabajo social y ayudar a otro/as le apasionaba, y es por ello que cuando surgió la oportunidad laboral de encabezar el programa de la OPS, ´Programa de acceso a la atención en salud a personas migrantes´, junto a la TENS Rosa Villagra, no dudó en tomarla y en conjunto forman la dupla sanitaria de la ciudad dónde se encuentra el principal acceso norte a nuestro país. “Este proyecto piloto comenzó en marzo en Arica, Iquique y Calama, y duraba hasta junio, pero ahora se extendió hasta agosto. Básicamente consiste en pesquisar al/la inmigrante e insertarlo/a en los CESFAMS. Hacemos la gestión para que se inscriban y entregamos la derivación para que vayan. Sin embargo, todo este proceso es complejo, ya que la prioridad de esta población es la alimentación y tener techo. Trabajan diariamente para cubrir esa necesidad y no ven la salud como algo prioritario”, precisa. “Cuando se enferman acuden a urgencia y por no tener NIC (número provisorio de salud de urgencia), se les cobra el mismo valor que se les da a los chilenos que no están afiliados a Fonasa. La primera instancia es que paguen, pero para evitar eso se pueden inscribir en un CESFAM donde se les tramita el número provisorio y allí se pueden atender sin tener que contar con el documento mencionado, que recibirán después de 90 días de ingresados al país”, agrega.

¿Cómo realizan la búsqueda?

Salimos a recorrer y conversamos con ellos en la calle, normalmente en las esquinas donde hay semáforos y venden cosas. Luego, muchas otras pesquisas se realizan a través de las primeras, ya que viven en comunidades, con hartas habitaciones donde van llegando nuevas familias.  La otra forma es mediante visitas a residencias transitorias, cuando ellos llegan al país, porque la PDI los manda a cuarentena preventiva de 10 días. Ahí nos contactamos con la persona a cargo y ésta nos envía un listado. Dos días antes de su alta vamos a visitarlos. Muchos están de tránsito porque siguen a otras regiones, pero igual hacemos la pesquisa. Si es que tienen la dirección de donde van a vivir los derivamos y a los que no se quedan acá los enviamos a nuestro referente -Daniel Molina- en Santiago, para que se les haga seguimiento y se inscriban en los CESFAMS. Recientemente incorporamos 14 residencias sanitarias, donde hay muchos inmigrantes y tenemos un sistema para corroborar si se han inscrito o no, hacemos ese seguimiento.

Hasta ahora, de lo/as 310 inmigrantes que han pesquisado, 100 han sido de tránsito y se fueron de la región. Del resto, sólo 70 se encontraban inscrito/as y lo/as otros están en seguimiento.

Apoyo social

El trabajo realizado por Solange y su compañera traspasa lo netamente sanitario, no sólo por la vocación de servicio y compromiso social de ambas, sino por la articulación de redes de apoyo con otras organizaciones. “Tenemos una colaboración con la Fundación Scalabrini, que recibe aportes de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). Por ejemplo, nos entregan apoyo de un mes de arriendo para inmigrantes que recién vienen llegando; donan cajas de alimentos, nos ayudan en la gestión y pago por un mes de residencias para familias en situación de calle y/o nos entregan listas de personas que han pesquisado con problemas de salud, entre otras cosas. También contamos con el apoyo de World Visión y la Oficina de Derechos Humanos de la Municipalidad de Arica, y estamos hablando con Caritas Chile para que nos ayuden en las pesquisas”, detalla la enfermera.

Del universo de migrantes en la zona, Solange explica que hace 5 años la mayoría eran de Cuba y Colombia. Hoy el 90% es de Venezuela y el resto de Ecuador, Perú, Bolivia y Colombia. “Cada semáforo de la ciudad tiene una familia venezolana. Se dedican a vender dulces o artículos aromáticos para los autos, a limpiar parabrisas, y a veces son familias enteras. Ese es un tema que tendrá que abordar la dupla psicosocial que se integra ahora a este trabajo (sicólogo y trabajador social), por el hecho que hay muchos niños y niñas pequeños que están todo el día ahí. Además, la situación está difícil porque como no funcionan los colegios, las mamás necesitan trabajar y no tienen con quien dejarlos.  Si fueran chilenos ya habría un resguardo de las autoridades”.

¿Es posible que el programa se extienda después de agosto?

Por supuesto creemos que hay que extenderlo, pero no lo sabemos. Además de que falta encontrar a muchos migrantes, hemos detectado otros problemas como la falta de escolaridad, entre otros, partiendo por falencias en el sistema de salud. ¡El migrante tiene derecho a la atención de salud! y ha costado incorporarlo porque ponen trabas donde se atienden en algunos momentos.  Además, nosotras denunciamos situaciones de maltrato o sospechas de abuso. Como por ejemplo, el caso de una mamá con dos hijos que no sabía cómo tratarlos porque lloraban mucho. Ahí le ofrecimos apoyo sicológico para ella y los niños, porque es muy necesaria esa parte también y suele no atenderse.