“OJALÁ DESPUÉS DE ESTA PANDEMIA PODAMOS REPLANTEARNOS LA VIDA QUE ESTAMOS LLEVANDO”
Felipe Cortés es penquista y enfermero de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, recinto del que egresó el 2003. Es especialista en autocuidado, promoción de salud y calidad de vida. Actualmente trabaja en el Programa Salud Responde del MINSAL y hace 4 años fundó el Movimiento Felices, agrupación ciudadana que desde el 2016 fomenta la felicidad y el bienestar como un concepto integral en la ciudadanía.
¿Cómo nació su inquietud por la felicidad y el bienestar?
Dentro de mi trayectoria he trabajado en las áreas clínicas de servicios de alta complejidad dónde es muy fácil caer en faltas. La parte humanitaria, la contención, el apoyo familiar, la amabilidad y el respeto son valores que uno da por sentado, pero que muchas veces no están presentes, por el estrés y las cargas de trabajo. Me considero una persona muy sensible y había cosas que sentía que debía mejorar en mí. Entonces, mi búsqueda comenzó como una forma de crecer internamente y desarrollar fortalezas. Necesitaba tener un balance para que ese crecimiento estuviera basado en evidencia. Así llegué a la psicología positiva, la cual estudia los aspectos del crecimiento personal. Felices es un movimiento ciudadano que nace del Instituto del Bienestar, una organización interdisciplinaria formada por médicos, psicólogos, psiquiatras y enfermeros, que estudian acciones por el bienestar. Desde ahí han surgido varias iniciativas que me han permitido tener un plus para ser un referente en la felicidad. Permanentemente doy charlas, he participado en congresos y redacté un libro sobre la felicidad (Felicidad en serio).
¿Cuál es la diferencia entre felicidad y bienestar?
El bienestar tiene una connotación más integral y la felicidad está más asociada a las emociones positivas. Entre ambos hay una línea muy fina. El bienestar se asocia a todo lo que tiene que ver con el mundo físico, el social y el espiritual. Es una sensación de concordancia y coherencia entre lo que estoy pensando, mis patrones de pensamiento, y lo que hago. Hay una sintonía con que todo está fluyendo hacia una misma dirección.
¿Concuerda con definiciones sobre la felicidad como una emoción momentánea más que permanente?
Es una buena pregunta porque hay muchos debates en torno a eso, ya que uno tiene ciertos momentos donde hay una alegría más desbordante o se siente más pleno, pero no es una constante. Desde las emociones positivas es más bien un hábito que se construye desde nuestro propio conocimiento, el saber quién soy como ser humano, independientemente de las circunstancias que te rodean. Hay varios estudios de la ciencia de la felicidad que han analizado a las personas que son más felices, los cuales han establecido que el 50% de la felicidad depende de la genética, un 10% de los agentes externos y un 40% de las decisiones que tomemos. Todos tenemos una carga genética que nos lleva a tener cuadros o tendencia a ser más sensibles, a tener distimia o estados de tristeza, lo cual muchas veces lleva a tomar y tomar medicamentos. Eso ocurre bastante en el personal de salud: el uso de medicamentos antidepresivos o ansiolíticos con poca capacidad para abrirse a tomar un tratamiento de forma natural, tal como si fuese para tratar una enfermedad física. Ahí entra el tema de los hábitos, el cómo podemos generar una reprogramación de nuestros patrones de pensamiento.
La reprogramación es lo que Felipe aplica en su calidad de coach. “Como lo dije anteriormente, mi interés en el tema partió por una necesidad personal. Trato de cuidarme física y mentalmente, que haya un balance. Y ese es el llamado que le hago a mis colegas: que tengan un balance. La idea es que en la medida que uno vaya teniendo resultados desde su propia experiencia, pueda transmitirlos a los familiares de pacientes y a los propios pacientes. Eso nos permite apoyarlos desde la empatía, que es una herramienta muy importante y que en la carrera no se nos enseña. Hay áreas que son muy significativas y que deberíamos tener en la formación de pregrado, como las habilidades blandas, para tener una preparación laboral que nos permita enfrentar una realidad que es muy distinta al ámbito académico. Tiene que haber un cruce para que podamos entrar al área laboral, donde nos vamos a encontrar con situaciones muy poco gratas. Debemos prepararnos física y mentalmente para un sistema que es muy competitivo, rudo y exigente”, detalla.
Eso pasa en todo ámbito de profesiones.
Claro, tiene que ver con el tipo de sociedad en la que estamos viviendo, donde el ritmo de vida nos ha llevado a colapsar. Esto también me lo digo a mí. Me dicen: “tú nunca te enojas y ¡por supuesto que sí me enojo! Lo importante es sentir las emociones. Lo que la ciencia nos recomienda es que como humanos seamos 100% humanos. Si tenemos rabia o molestia no se trata de andarle pegando a alguien, pero sí manifestarlo, con cierta diplomacia, claro.
CHILE, UN PAÍS DEPRESIVO
En Chile, los índices de depresión y problemas mentales son alarmantes, especialmente en Santiago y en algunas regiones extremas, y en segmentos etáreos como los adultos mayores ¿Cómo se pueden masificar iniciativas de felicidad y bienestar?
En general, uno de los objetivos del Movimiento Felices, es tener una bajada más sencilla para cómo acceder a un mayor bienestar mediante acciones validadas por la ciencia. Lo primero es promover que la persona se auto-conozca más, porque en la medida que eso ocurre, va a tener recordatorios más permanentes para el día a día. Nuestro cerebro está preparado para experimentar todas las emociones y la idea no es evadirlas, sino sentirlas, teniendo un espacio posterior para la reflexión. En ese contexto, la gratitud aparece como algo muy importante. Hay estudios en relación con eso, que demuestran que esta acción nos puede llevar a generar reacciones positivas, algo que se puede ir entrenando. El desarrollo de la gratitud nos permite volver a nuestro centro y dar las gracias por todo lo que tenemos. Otra herramienta que ayuda, es mirar las cosas con más perspectiva. Como profesionales de la salud, muchas veces escondemos nuestras emociones y somos muy competitivos, y caemos en situaciones de frustración o de roce. Por eso es importante reflexionar acerca de nuestros patrones de pensamiento y los deseos de mejorar. La meditación también es muy importante y una de las herramientas más conocidas. Como seres humanos estamos conectados todo el día mediante la tecnología, con bombardeo de información por todos lados, lo que nos impide cerrar los ojos y enfocarnos en el momento, en el aquí y ahora. Si lo hiciéramos estaríamos más conscientes de nuestros cuerpos, y con eso los niveles de bioquímicos asociados al estrés disminuirían.
¿Qué pasa con las personas que por educación y/o situación económica no pueden acceder a este conocimiento o simplemente no tienen tiempo para reflexionar y auto-conocerse porque la urgencia del día a día es sobrevivir, comer?
Nosotros hemos hecho intervenciones en comunas muy vulnerables y nos hemos dado cuenta que el concepto de felicidad es muy distinto en personas de estratos sociales distintos. Para quienes viven en condiciones más precarias, el bienestar está en tener que comer, estar en un entorno medianamente seguro y que no haya enfermedades. Con eso se sienten plenos y su proyecto de vida no va más allá de eso. En ese sentido uno tiene que ser súper cuidadoso y adaptarse a la realidad de cada persona. En una comuna vulnerable, además de generar apoyo social siento que lo que hay que hacer es hablar de lo que es para ellos bienestar, del cómo pueden fortalecer los lazos y tratar de generar puentes con lo que es la salud mental. Yo no puedo hablarle de felicidad a una persona que ha sido violada constantemente por su padrastro, por ejemplo. Sí puedo desde su contexto ver cómo se siente en este momento, qué siente que es la vida o si vislumbra un aprendizaje de todo su sufrimiento. Hay que indagar en otros aspectos más que en la alegría.
Los problemas de salud mental se han sindicado por algunos expertos como la nueva pandemia ¿Qué recomendación podría dar a las chilenas y chilenos para llevar mejor esta emergencia sanitaria, la incertidumbre, los malos augurios económicos?
La pandemia nos ha enseñado muchas cosas, por ejemplo, que la realidad externa cambia constantemente. Como seres humanos pensamos que tenemos todo bajo control y la realidad es que lo que podemos controlar es muy poco. Lo que tenemos que controlar es la forma en que nosotros reaccionamos frente a lo que pasa y ahí está la lección. En situaciones catastróficas o en una situación de confinamiento como la que estamos viviendo, se genera mucha ansiedad y parte de esa ansiedad también es gatillada porque tenemos un ritmo de vida muy vertiginoso. Estamos acostumbrados a tener niveles muy altos de adrenalina, a estar constantemente trabajando bajo presión; entonces cuando tenemos que vivir a un ritmo más pausado, que no quiere decir no trabajar, nos cuesta porque no hay una separación de la casa y el trabajo. Si hay niños es más complejo. Lo más importante es, primero, generar rutinas dentro de la casa porque son fundamentales si vamos a trabajar 8 horas de teletrabajo. Debemos procurar hacer lo mismo que hacíamos cuando salíamos: hacer la cama, vestirnos como para ir a trabajar, tomar desayuno como corresponde y preparar un espacio para teletrabajar. Por lo menos no hacerlo en el dormitorio para así honrar el lugar donde vamos a hacer esa actividad. También es recomendable recordar qué cosas por falta de tiempo no podía hacer. En ese sentido quizás se podría realizar algún hobby, estudiar algo que dejó pendiente, escribir, leer o ver series.
Quienes no tienen qué comer, perdieron sus trabajos o económicamente están arruinados, están enfrentando una realidad aún más grave ¿Qué puede decirles?
Claramente hay un problema mucho más profundo que no depende de una actitud positiva para cambiar la situación. Lo que hay que hacer es situar lo que ocurre en perspectiva. Por ejemplo, que reflexione sobre cuánto tiempo lleva sin trabajo y qué acciones ha tomado para revertir esa situación. Hacerle ver que es muy importante desplegar las redes de conexión con su comunidad, tales como acercarse al municipio, donde hay algunos programas estatales que dan apoyo psicológico. Pedir ayuda es fundamental y en general las personas no acostumbran hacerlo. Eso es transversal a todas las personas, más allá de la situación económica.
Así como la educación física o la promoción del deporte es parte de las mallas curriculares desde el jardín infantil hasta la educación superior ¿Debería ocurrir lo mismo con la salud mental?
Absolutamente. La educación positiva es algo que se está implementando en varias naciones y apunta a una reestructuración del sistema educacional. Tiene que ver con el cómo preparamos a las personas para la vida. Más que educar desde el “anti” algo, como se ha hecho con el bullying, lo importante sería promover las fortalezas de cada uno y que los talentos no estén estandarizados, porque eso genera muchas frustraciones individuales. Ojalá después de esta pandemia podamos replantearnos la vida que estamos llevando y aspirar a un mayor bienestar, a la posibilidad de compatibilizar mejor nuestra vida laboral con la personal.