HUAN, Artista: “EL MURAL DE FENASENF MARCA UN ANTES Y UN DESPUÉS EN MI TRABAJO”
Desde niño, Juan Agustín Vega Espejo (27) iba después del colegio al centro de Santiago con su papá, Juan Enrique. Recuerda que iban a ver documentales sobre diversas temáticas sociales que presentaban en el Le Monde Diplomatique, todos los martes. “Mi papá supo de esas exhibiciones porque participó como activista contra el proyecto Pascua Lama. Los daban como a las 7 de la tarde y después nos pasábamos a tomar un café y a comer una empanada. En esas caminatas pasábamos por la Plaza de Armas donde estaban las pintoras y pintores que aún trabajan haciendo retratos, paisajes y caricaturas. Nos quedábamos pegados mirando como trabajaban y a mi me llamaba mucho la atención lo rápidos que eran. Ese fue mi primer acercamiento a la pintura, tenía como 17 años y me dio por dibujar. Nunca más paré”, declara el artista conocido como Huan, quien mediante el colectivo artístico La Pluma, ejecutó el mural ubicado en la esquina de las calles Santo Domingo y Miraflores, Santiago centro, en homenaje a las enfermeras y enfermeros de Chile, donación realizada a la comunidad por el Departamento de Comunicaciones de FENASENF.
Su padre estudió economía, teología y antropología, pero no terminó sus estudios por problemas económicos. Nunca tuvo apoyo de su familia y aun así salió adelante. Siempre le inculcó ser curioso, conocer y aprender, profundizar en los temas contingentes, “estar donde las papas queman”, dice el muralista.
El apelativo artístico “Huan” lo adoptó sin ningún motivo especial, “pero se fue quedando con el tiempo”, relata. Estudió en el colegio Cristóbal Colón de la población Juanita Aguirre de la comuna de Conchalí y luego ingresó a la UTEM para estudiar diseño y comunicación visual durante dos años. Tuvo que abandonar la carrera ya que su padre murió de un paro cardíaco el 2017. Su madre, María Soledad, había fallecido el 2011 de cáncer, luego de estar postrada en silla de ruedas producto de su diabetes, lo que le impedía trabajar. Hoy vive junto a su hermana – enfermera de profesión-, su hermano menor y su sobrina, en la casa familiar que les dejaron sus padres. “Salir adelante no ha sido muy difícil gracias a que somos una familia bien unida”, precisa. Su hermana fue quién asumió el sostén económico en esos primeros años y él ayudó con lo que ganaba como copero en un restaurante de Maipú. Al retirarse, el 2018, se dedicó a estudiar la pintura de forma autodidacta y a hacer sus primeras obras.
En la universidad descubrió lo mucho que le llamaba la atención la pintura en espacios públicos, su capacidad comunicativa y lo que puede lograr en quien lo ve. Su primer mural fue por encargo de un jardín infantil, el cual no le gustó ni a él ni a quienes lo encargaron. Sin embargo lo guarda como un aprendizaje. Otro mural que recuerda por su relevancia y emotividad, fue el que hizo en la población La Victoria. “Creo que ahí conocí realmente lo que puede llegar a ser la hospitalidad de la gente y su solidaridad. Se identificaron mucho con lo que yo estaba pintando y me llegó comida, plata, cerveza y ofertas de trabajo. Creo que en esas circunstancias se puede ver el vínculo que el mural público crea”.
¿Cómo recibiste la invitación a realizar el mural de FENASENF?
Creo que este proyecto marca un antes y un después en mi trabajo. Fue muy enriquecedor de principio a fin y he aprendido bastante. Puse a prueba muchas cosas que venía trabajando hace un par de años y me ha abierto muchas puertas y oportunidades laborales. Siento que me preparé durante mucho tiempo para hacer un mural así. Es mi primer encargo “grande”, el que requiera una gestión mayor. En un principio lo iba a desarrollar con otro compañero pero luego tuve que hacerme cargo del diseño yo “solo”, y lo pongo entre comillas porque siempre estuvo conmigo y apañándome Natalia (Stipo, Directora de La Pluma). Estoy totalmente agradecido de la oportunidad.
¿Te costó llegar al diseño final?
Sí y no. Normalmente el encargo es algo más abstracto y la tarea de uno es plasmarlo en una imagen que sea funcional y posible al espacio público. En este caso, las fotos referenciales eran en una sala de hospital con todos sus implementos y eso no sonaba muy ameno para ver en la calle, entonces la tarea fue trabajar el diseño para que cumpliera con lo solicitado y que a la vez no fuera demasiado invasivo.
¿Qué quisiste transmitir?
Buscamos (como colectivo y artista), traspasar lo más humano del trabajo de las enfermeras, la contención, el cuidado, el cariño y el acompañamiento. Todo eso configurado en el gesto del rostro y las manos sosteniendo a quien está pasando por un momento delicado de salud.
Y debo decir que transmitir una emoción teniendo la mitad de la cara tapada, por la mascarilla en este caso, es complejo.
¿Influyó en la definición final de la obra tu hermana enfermera?
Si, lo inspiró bastante porque ella cabe en el perfil de una enfermera que hace su trabajo con cuidado y cariño. Siempre está lista para enfrentar situaciones límites tanto para el paciente como para ella y su salud mental. Durante los meses más complicados de la crisis sanitaria la vimos pasar por momentos bien malos y creo que todo eso nutrió el trabajo del mural de una forma muy integral.
El realismo ¿es tu estilo?
Sí, es el que más me gusta. Y si bien me agrada mucho que tenga un parecido con lo real, no me gusta que sea fotorrealista, hiperrealista. Busco que se conserve la pincelada, se note el trazo, la mancha, el chorro de pintura. Es la forma de trabajar que más me acomoda y el resultado que más me gusta. Creo que recién lo estoy obteniendo. El mural de FENASENF es un momento cúlmine en ese proceso. Es la técnica en la que quiero seguir profundizando.
¿Tienes referentes?
Durante mis últimos años, mi trabajo está muy inspirado por el documental, no como producto cinematográfico, si no por la documentación en sí, como la fotografía documental, el cine documental, el reportaje documental. Eso es usar lo real como tema, más que las ideas abstractas. Me gusta mirar el trabajo de la última generación de fotógrafos y fotógrafas documentalistas latinoamericanos, captar hechos históricos que ocurren en el día a día. En lo concreto me gusta lo que hacen Cristóbal y Alejandro Olivares, fotógrafos chilenos, y de los latinos, Ronald Pizzoferrato, fotógrafo venezolano. También sigo el trabajo de documentalistas mexicanos que tratan el tema de la violencia política en organizaciones criminales.
¿Se puede vivir de la pintura?
Es muy difícil, sin embargo, ahora se me han presentado varios proyectos interesantes, incluso en el extranjero, y me han encargado murales en regiones. La pintura en bastidor retratando a personas que han muerto es lo que hago de manera más constante y es lo que más me da trabajo actualmente, vivo de eso. Hago entre 5 a 8 encargos al mes.
¿Cuáles son tus proyectos inmediatos?
Estoy trabajando en un proyecto editorial: fundar una casa de publicaciones para sacar ediciones especiales de artes visuales y su relación con la cultura popular chilena; principalmente vinculados a la violencia política, no como una alegoría, si no como un estudio, una observación más ligada a la antropología que a la agitación política. Estoy buscando financiamiento y ya hemos avanzado en tener visto lo que será la primera publicación, quienes serán las entrevistadas y entrevistados. También estoy desarrollando una serie de pinturas para una exposición que pienso hacer en abril o mayo, que tienen relación con la cultura chilena expresada a través de su identidad; relacionada a la marginalidad, la explotación, a las vivencias del día a día y a la violencia del crimen organizado y la violencia política. Parte de mi tesis para esta exposición se relaciona directamente con esto último, la forma en cómo las chilenas y chilenos de clase trabajadora viven. Puede ser una violencia directa o indirecta pero está muy presente en cómo nos vinculamos a diario.
Para contactar a Huan: Instagram: @_h_u_a_n