EL DESTIERRO DE LA VIOLENCIA EN EL SISTEMA DE SALUD ES PARA AYER

Noticias, Opinión

Lo ocurrido en el Hospital del Pino de San Bernardo durante el último fin de semana se ha transformado lamentablemente en una constante. Nueve personas baleadas y otras con armas dentro del recinto, son en palabras del alcalde de la comuna, Cristopher White, un panorama que se ha “normalizado” en el último tiempo, en un contexto donde todos los fines de semana llega gente herida por cuchillos o balas, “acompañada por personas que tienen una actitud no muy favorable”.

Enfermeras y enfermeros, al igual que otros profesionales de la salud, no podemos discriminar ni dejar de entregar atención, independiente de su condición social, económica, política, religiosa, sexual o étnica de la persona. Tampoco podemos si recibimos agresiones que son injustificadas bajo todo punto de vista. Y es precisamente ahí donde está el problema.

Es frecuente ver a delincuentes que requieren de atención- sean víctimas o victimarios -, ingresar a los recintos de salud con sus grupos de “soldados” protectores o ver a interno/as rivales  hospitalizado/as en una misma sala o servicio clínico.  Su integridad debe ser resguardada como todo/a paciente, claro está. Sin embargo, a veces se olvida que esa integridad física, mental y social también es importante para lo/as otro/as  usuario/as y también para el personal de salud.

Y son principalmente los equipos de enfermería – que incluye a enfermeras, técnicos de enfermería y auxiliares de enfermería -, los más expuestos al estar las 24 horas a cargo de la continuidad, articulación y gestión del cuidado. Somos quienes estamos al servicio de toda persona que requiera de nuestro trabajo. No obstante, cuando enfrentamos (porque esa es la palabra), a hombres y mujeres que exigen y demandan atenciones con urgencia y condiciones que no pueden responderse como quieren o esperan, quedamos a merced del maltrato verbal y físico, y que en ocasiones viene acompañado hasta con amenazas de muerte. Y eso no puede continuar.

¿Qué hacer? El problema es de difícil solución. La violencia y delincuencia obedecen a diversos factores que, en un listado muy simple, tienen a la desigualdad social y la falta de acceso a una educación universal e igualitaria, como muros infranqueables. La entrada del narcotráfico a Chile es otro. Un tsunami de horror que en los últimos años ha avanzado de norte a sur sin atajo.

Esas son las determinantes sociales que impactan directa o indirectamente en la salud de la población, la salud pública, y es por ello que el Estado debe asumir la responsabilidad que le corresponde como articulador de todo el sistema político. La violencia aquí descrita es sólo la punta de uno de los tantos icebergs que ha levantado el país hace décadas, y con convicción, esperamos que las nuevas autoridades comiencen un proceso de real transformación, que deje este desasosiego en el recuerdo… No más protección, necesitamos trabajar tranquilos y tranquilas, para seguir cuidando a quienes nos necesitan.

José Luis Espinoza

Presidente de FENASENF