Impacto en la calidad de atención del adulto mayor

FENASENF en la prensa

La expectativa de vida está creciendo en todo el mundo y nuestro país no es la excepción. Según proyecciones de la Cepal entre el 2015 y 2050 las personas mayores de 60 años en Chile, pasarán de 10,5% a un 23,6%.

De las causas de consulta del adulto mayor en servicios de urgencias, el 45% se debe a problemas respiratorios y el 23% por complicación del sistema circulatorio, Por otra parte los resultados de la encuesta nacional de calidad de vida de la vejez, realizada el 2010, arrojó que el 81% de la población adulta mayor consume fármacos a diario. Un 32% consume entre 3 y 5 fármacos, y el 15% consume más de 6 fármacos al día,  lo que refleja que cada individuo padece más de una enfermedad crónica.

Mucho se ha hablado de la necesidad de formar más médicos especialistas, y claramente es algo necesario y urgente, tan urgente como la formación y especialización, en este caso de geriatría, para los distintos equipos que se desempeñan en la salud pública, donde enfermeros y enfermeras cumplen un rol fundamental por la atención integral y continua durante las 24 horas de los pacientes hospitalizados, de los cuales un número significativo corresponde a adultos mayores. Lo mismo ocurre en la salud primaria, donde los cuidados especializados de enfermeras tendrán un impacto concreto en la prevención de complicaciones y mejoramiento de la calidad de vida.

Por lo tanto, debería ser una meta del Estado a corto plazo, la formación y especialización de enfermeras en geriatría. Adaptar estrategias intersectoriales de abordaje, apuntando al desarrollo psicoemocional del individuo y a sus  redes de apoyo fortalecidas.

Chile es reconocido mundialmente por la eficacia y eficiencia de las políticas sanitarias, cuyo impacto en la prolongación y calidad de vida han sido determinantes, disminuyendo el riesgo de muerte en todos los grupos etarios donde se han dirigido las acciones y políticas de salud y donde las enfermeras y enfermeros tenemos un rol preponderante.

Conociendo los datos estadísticos y las proyecciones, hemos enfrentado el desafío asumiendo de manera personal la formación continua y el perfeccionamiento que requieren los cambios demográficos y epidemiológicos, según el área en la cual hemos decidido desempeñarnos. Así hemos desarrollado iniciativas  y colaborado en la elaboración de programas ministeriales o  adaptándonos  a los recursos disponibles en las instituciones de salud para dar cumplimiento a estos mismos programas. Ahora el nuevo paso es formalizar la capacitación y que el Estado asuma la responsabilidad en este ámbito.

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