DÍA DE LA MADRE: ENFERMERAS HABLAN DE SU ROL MÁS VITAL Y DESAFIANTE

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A Nelly Núñez Cruz la maternidad le tenía reservados varios desafíos que han puesto a prueba su temple y su energía.

Estudió enfermería en la Universidad Austral de Valdivia y en la actualidad trabaja en el Hospital San Juan de Dios-Santiago-, donde se desempeña en el área de hospitalización domiciliaria infantil. Además, es docente en la Universidad del Desarrollo e Iberoamericana.

Es mamá de 3 hijos de 19, 16 y 14 años. Con ellos ha debido enfrentar momentos complejos. El menor fue diagnosticado con TEA (Trastorno de Espectro Autista) y el del medio vive su proceso de transición de género. Confiesa que ambas situaciones aún las está asumiendo.

“A mi hijo menor a los 5 años le hicieron el diagnóstico, después de mucho recorrer distintos especialistas, y fue un golpe terrible, porque el autismo en aquellos años aún estaba muy estigmatizado. Fue muy complicado pensar en el futuro y cómo lo iba a hacer cuando me muera; también encontrar colegio y tener los recursos para las terapias, x lo cual hacía más turnos de 24 horas, y horas extras”, detalla.

“En el caso de mi hijo del medio, al llegar la pubertad a los 10 años, tuvo un intento de suicidio, una depresión psicótica, y fue otro golpe para nosotros como familia. Había sufrido bullying en el colegio y no me di cuenta. Fue difícil y doloroso. En la adolescencia los diagnósticos mentales van cambiando y recién hace un año nos contó que era una mujer trans”, agrega.

¿Cómo recibiste esa noticia?

No fue fácil asumirlo, pero yo tenía mis sospechas y de alguna manera fue sanador saberlo. Lo más complejo es no saber cómo llegar a sus mentes y no saber cómo ayudarlos. Lo más satisfactorio es haber logrado una confianza y complicidad tan grande, que hoy me siento tranquila yendo a trabajar.

¿Cómo ha sido compatibilizar tu rol de mamá y enfermera?

Como mamá lo más difícil es estar en turno de noche y no poder estar con ellos. Es súper difícil dejarlos en casa muchas veces enfermos, y no poder cuidarlos; o no poder asistir a sus eventos en el colegio por estar en turno, que en mi caso es más difícil porque trabajo en una UCI y allí no se puede salir o pedir permiso, así como así, por las urgencias o pacientes graves que atendemos.

¿Quién o quiénes te contienen, cómo te ayudas en lo emocional?

Mis amigas, y compañeras de trabajo son mi gran apoyo. Es fundamental sostenerse con quienes compartimos a diario, si no, no sé qué haría. Aunque he trabajado la culpa con mi psicóloga para poder enfrentar la realidad de mis hijos, siempre queda una pequeña culpa amarga de trabajar en turnos, por eso pude cambiarme de trabajo a día, con horario de oficina para estar las noches, fines de semanas, navidades y años nuevos con ellos.

¿Algún mensaje?

Hay que aprender a cuidarse como persona, porque las enfermeras tenemos complejo de súper heroínas y no lo somos. Debemos saber parar, pedir ayuda, y seguir adelante, siempre con actitud positiva; contar con buenos amigos porque eso ayuda mucho. El amor de una madre es infinito y nos hace hacer cosas increíbles. Soy feliz siendo madre y enfermera, hoy me siento con mi corazón llenito.

TODO POR SU HIJA

Ser madre no es algo para lo que una mujer esté preparada, menos cuando se trabaja en sistemas de turnos y se tienen niños con necesidades especiales. En general el entorno laboral no coopera, por eso quisimos conocer la historia de 2 enfermeras-mamás que viven, además, desafíos importantes.

Paola Prieto es enfermera del Hospital de Rancagua y tiene una hija de 8 años que a los 2 fue diagnosticada con TEA funcional, es decir, un autismo leve.

Estudió en la Universidad Católica del Maule y lleva 14 años ejerciendo. Hoy trabaja en Hospital de Rancagua, en el consultorio de especialidades a cargo del área de curaciones y tratamientos inyectables.

Un cambio en dicho recinto hospitalario la llevó a trabajar en el nuevo hospital, donde se hizo cargo de la coordinación de consultas médicas. “Un trabajo muy demandante” como relata, y que coincidió con el tiempo en que su hija fue diagnosticada. “Colapsé y estuve con licencia. Cuando me reintegré fue con media jornada y después disolvieron el cargo. Me sentí castigada, sentí que me enviaron donde ‘molestara menos’. Con la mirada del tiempo pienso en que las cosas suceden por algo y en el lugar donde trabajo hoy estoy súper bien. Todos los sacrificios han valido la pena, porque mi hija ha avanzado”, explica. En la historia de su hija, hay dos madres, ella y la abuela, ya que Paola reconoce, que la han criado juntas y sin su apoyo nada hubiera sido posible.

¿Cómo se encuentra ella actualmente?

Por el tema de la pandemia tuvo retrocesos. Debí llevarla a siquiatra y darle otros cuidados. Con todo eso mi relación de matrimonio colapsó. Me separé porque mi marido no entendió mi trabajo ni la condición de nuestra hija. Pensaba que como soy profesional de salud debería manejar mejor las crisis de la niña.  En lugar de subirse al carro, se quedó abajo y yo lo sentía como un hijo más. Por no exponerla salía poco y a él le gustaba salir y hacer vida social. Todo mi tiempo era para mi niña y el trabajo, lo cual afectó el matrimonio.

¿Cuál es su reflexión de todo lo que ha vivido?

Que la sociedad todavía no está preparada para incluir a niños con capacidades diferentes. En el área de la salud debería ser distinto, pero no es así. Yo lo viví. Las jefaturas, no siempre entienden. Al principio me pasaba que mi hija tenía muchas fijaciones y se daba solo con mi mamá y conmigo. Sin mi mamá no sería nadie, ella me la cuida. Cuando se enfermaba, como cuesta que se dé con otras personas yo tenía que faltar, y eso es muy mal visto en el trabajo. Me decían “como no va a poder verla otra persona” ¡Y no es que una quiera! Lamentablemente las niñas y niños TEA tienen estas fijaciones y no se dan con cualquiera. Además, la persona que los cuide, debe estar preparada por si enfrenta una crisis. Fue muy complejo al principio; de hecho, pensé incluso en retirarme del trabajo. Afortunadamente ahora no hago turnos y trabajo de lunes a viernes, pero sí hago domicilios porque con la separación mi situación económica cambió.

¿Algún mensaje?

Que la legislación es débil. Falta que se visibilice el tema de niños con capacidades diferentes, para que sean incluidos en distintas cosas y para que mamás y papás tengan opciones o facilidades en su trabajo. Sé de colegas con hijos en situación similar a la mía, que tienen que confiar en personas que quizás no tienen el manejo adecuado porque no tienen de otra. Estamos tratando de armar un grupo u organización local, para apoyar a otras familias.