EL MILAGRO DE LA VIDA EN MEDIO DE LA PANDEMIA

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Hace tres años que Ingar Karin Vera Inzunza trabaja en el SAMU (Servicio de Atención Médica de Urgencia) del Hospital de Punta Arenas. Al comenzar la pandemia, por segunda vez en su vida profesional, tuvo que asistir un parto. “Llegó el llamado al SAMU. Avisaron que una señora estaba con contracciones, y cuando llegamos ella estaba a punto de dar a luz. Atendimos el parto en su casa y luego nos trasladamos a la maternidad del hospital. El bebé nació sin problemas. Se llama Dante”, detalla.

¿Qué significó atender este parto en el contexto de Covid19?

Fue una sensación súper emocionante, espectacular, indescriptible; la más linda que pude sentir en ese momento. Como que a uno se le olvida lo que está pasando. Es como una luz de esperanza, el milagro de la vida. Te hace sentir que todo esto va a pasar.

En el SAMU, siguen con su trabajo diario y atienden a cada llamado como siempre, a pesar de la crisis de salud actual. Sin embargo cree que algunas personas no están colaborando. “Para nosotros la situación es muy compleja, todos tenemos los implementos de seguridad pero igual existe bastante temor porque trabajamos con un enemigo invisible, por eso tomamos todas las medidas de protección. La gente no toma consciencia: hay toque de queda, cuarentena, y la gente sale igual. No la respeta. Cuando nos llaman, a veces, los pacientes andan en la calle positivos”.

¿Cuál es el protocolo que utilizan después de trasladar a cada paciente?

Post traslado, los móviles son sanitizados completamente. Se desinfectan las gavetas, todos los espacios; se colocan cortinas, se separan las áreas, se ventilan. Este proceso demora aproximadamente 45 minutos. Usamos buzos desechables para cada atención.

Sin embargo, agrega que aunque existe este estricto proceso de desinfección, hay un poco de temor. “Aún cuando tenemos todas las protecciones, éstas no son 100% seguras. Esto significa que, por ejemplo, las mascarillas N95, que son las más especializadas, protegen un 95%, y no 100. Entonces, cuando hay pacientes a los que se tiene que intubar, se generan aerosoles por la boca y eso puede traspasar las mascarillas y contagiarnos. Cualquier mala técnica puede contaminar y eso también es un riesgo. Por eso, además, usamos mascarillas de forma permanente en todos los centros”.

En cuanto al aporte que las personas pueden hacer para bajar las cifras de contagio, Karin dice: “Llamo a la gente a cumplir la cuarentena, a dejar de utilizar las calles, a no hacer fila en el supermercado si no es necesario; a que si puede se quede en su casa. Si la gente se queda en casa esto va a disminuir, pero con tanto salvo conducto que se da, no se va a lograr. Como hay muchos asintomáticos, no hay que relajarse y salir como si nada. Hay muchos jóvenes, por ejemplo, que presentan el cuadro como un resfrío común. Es muy triste ver que los pacientes no se pueden despedir de sus familias. Hay que tomar consciencia antes de que sufran la pérdida.

¿Algún mensaje final?

Hay que ser fuerte porque esto va a pasar. Estamos todos luchando para ello. Nosotros estudiamos para salvar vidas y no para ver cómo la gente muere. Esto que estamos viviendo es un sufrimiento silencioso.