LA IMPORTANTE LABOR DE ENFERMERÍA EN EL CUIDADO DEL CHILENO QUE SOBREVIVIÓ AL VIRUS DE LA RABIA

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César Barriga, quien fue mordido por un perro callejero, en el año 2013, en Quilpué, fue la séptima persona que sobrevivió al contagio de la rabia en el mundo, hasta esa fecha.

Debió estar seis meses hospitalizado, de ellos un mes en coma inducido y tras el alta, cerca de un año en rehabilitación.

En este 28 de septiembre, día en que la OPS celebra el Día Mundial de la Rabia, Fenasenf ha querido resaltar a labor que enfermeras del Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar, realizaron en el proceso de cuidado y recuperación de César Barriga.

Gloria Díaz, enfermera de UCI, recuerda todavía cuando lo recibió y debió ingresarlo en un turno de noche. “Venía muy mal neurológicamente, con mucha sialorrea (salivación), nuestra hipótesis diagnóstica lamentablemente se confirmó a los pocos días”. Dice que sabían que se enfrentaban a un panorama complejo y que todo lo que hicieran como equipo de salud podía ser insuficiente, ya que hasta esa fecha sólo 6 personas en el mundo habían logrado sobrevivir a esta enfermedad, sin embargo, como siempre su objetivo era devolver al joven con vida y sano a casa. “Su condición era tan grave que todo debía realizarse con extremo cuidado, ya que cualquier estímulo podía aumentar la presión del cerebro y con eso morir”, recuerda Gloria, quien agrega, “no sabíamos que con el pasar de los meses, estaríamos haciendo historia”.

Luego del primer periodo en la UCI y cuando la evolución comenzó a ser positiva, fue derivado a la Unidad de Tratamientos Intermedios. Allí lo recibió la enfermera Isabel Marzán.

Llegó muy lábil emocionalmente, estaba en una fase de negación importante, no quería comer. En la medida que comenzó la rehabilitación y recuperó la movilidad del tren superior empezó a alimentarse mejor y también su estado de ánimo fue cambiando” comenta Isabel, quien destaca que el trabajo de enfermería en esta oportunidad se centró más que en procedimientos, en una labor sicosocial.

“Se trataba de un joven de 24 años, con hospitalización prolongada, muy decaído anímicamente y la mamá jugaba un papel fundamental. En ese tiempo en Intermedio había sólo una enfermera y la carga laboral era alta. César era muy demandante, lo que era entendible. Por eso decidimos extenderle el horario de visitas a su mamá, quien estuvo codo a codo con nosotras. En esta área uno trabaja mucho con el paciente y la familia llega a ratitos. Pero acá teníamos una familia involucrada las 24 horas del día, los 7 días de la semana, entonces se hizo mucha educación familiar para abordar las diferentes problemáticas. Por ejemplo, César se fue a casa con una lesión por presión en el sacro, por lo que tuvimos que educar a la familia en el manejo de esa herida. También sobre el rol de la rehabilitación y como ellos debían participar de este proceso”.

Cuando la enfermera Isabel Marzán recuerda esta época y el gran logro de un equipo de profesionales y técnicos, de haber sacado adelante a este paciente, recuperándolo de la rabia, único caso en Chile de sobrevida afectado con este virus y séptimo en el mundo hasta esa fecha, comenta que en ese momento no le tomó el peso a la trascendencia de lo ocurrido. “Recuerdo que generó harta conversación fuera de la unidad, pero al mirar hacia atrás y analizar retrospectivamente uno dice ´hicimos algo grande´, en el momento no lo vimos o no nos dimos cuenta, porque estábamos tratando de hacer lo mejor, como siempre, al igual que con todos nuestros pacientes”.