RUMEOS DE UNA ENFERMERA CONSCIENTE EN EL DÍA DE LA TIERRA
El día internacional de GAIA, más conocida como madre TIERRA, oficialmente comenzó en 1970, tras una década de lucha, con manifestaciones que agruparon a más de 20 millones de personas en las calles, para concientizar sobre el impacto de la actividad humana en el medioambiente. A partir de entonces, se celebra cada año y participan más de mil millones de personas en 180 países, según datos de NatGeo.
Tras 53 años se ven avances, pero se hace necesario reflexionar al respecto, porque para la economía lo importante son las acciones en la bolsa, estos números son dados en todo su esplendor por cada decisión que tomamos; desde dónde compramos, qué comemos, cómo vestimos, qué vemos y así suma y sigue. A su vez, la tercerización de productos nos oculta las cruda cara de las ofertas, pesticidas, explotaciones, etc. Procesos que son parte de la “rentabilidad”, de la cadena de esas “simples elecciones”.
Los progresos en el área de la salud y el bienestar de la sociedad tras la revolución industrial se dispararon. Prueba de ello es que en el último siglo se ha logrado reducir la morbimortalidad infantil, ha aumentado la esperanza de vida y ha disminuido la pobreza. Pero paradójicamente, estos avances se han conseguido mediante la explotación de los recursos naturales a un ritmo sin precedentes, con una desconexión hacia el planeta, lo que ha depredado la biodiversidad, ha aumentado la industria ganadera, forestal, petrolera, farmacéutica, entre otras. Con una pandemia que nos lleva a comprender que parte del incremento de las mutaciones y la agresividad de los patógenos tiene directa relación con el cambio climático, que altera los ciclos naturales y las consecuencias del sobre uso de fármacos, comprometiendo la salud y el bienestar de las generaciones presentes y futuras.
Este año como Departamento de Salud, Medioambiente y Sociedad, les invitamos a ser agentes críticos del cambio, la gran virtud de nuestro quehacer es la capacidad de interconectar de manera rápida una vez que comenzamos la búsqueda del conocimiento. Por ello cada enfermera que se suma como agente de cambio puede influir. Ejemplo de ello es comprender con qué químicos trabaja nuestra población rural y qué efectos tiene en la salud, medio ambiente y sociedad local. Hasta en la forma de concebir la salud individual al devolverle la autonomía a los seres humanos que atendemos a través de nuestras intervenciones educativas.
Es fundamental reforzar la llama de justicia social que habita en cada enfermera y enfermero y reconectarnos con nuestra esencia de cuidar en el amplio espectro de la biopsicosocialidad de la vida, relevando el autocuidado y cuidado colectivo que nos ayudarán a empoderar a la sociedad a través de una salud basada en bienestar social y consciencia planetaria, esta definida como la consecución del nivel máximo de salud, bienestar y equidad en todo el mundo, respetando los límites de los sistemas naturales de la tierra.
Esta consciencia planetaria es parte de lo que nos invita a reflexionar el paradigma de Salud Planetaria, un nuevo modelo de concebir la coexistencia simbiótica, concepto reciente, pero que dado el contexto de emergencia climática y ambiental en el que nos encontramos, en poco tiempo ha adquirido una gran relevancia.
Comprender la relación de salud individual, con el medioambiente que nos rodea, nos amplía la capacidad de entender que la salud es colectiva y nos repercuten las decisiones de la sociedad. Somos más que una vasija de patologías aisladas, desde una perspectiva más alejada podemos interrelacionar como han aumentado la resistencia antimicrobiana, zoonosis, pandemias, etc., como respuesta a la deforestación planetaria, intoxicación de agua, aire, suelo, etc. El aumento de las problemáticas actuales, se relacionan directamente con los cambios medioambientales globales. Es tiempo de abrir nuestra mente y abolir el antropocentrismo que nos ha caracterizado, pues el impacto de nuestra especie está generando no solo extinciones masivas de flora y fauna, sino que hoy nos tiene, incluso como seres humanos, en el abismo.
En el día de la madre tierra les recordamos que solo tenemos una y nuestras acciones son fundamentales para la preservación de nuestras futuras generaciones. El planeta ha sobrepasado extinciones masivas previamente y lo seguirá haciendo con o sin nosotros. Nuestra permanencia hoy depende netamente de la capacidad de accionar nuestra voluntad para contribuir en pequeñas acciones, que al sumarse puedan hacer la diferencia.