LA GRAN MENTIRA: EL PRESUPUESTO DE SALUD 2021 NO AUMENTA
El presupuesto para el sector salud 2021 no aumenta como ha manifestado el Gobierno, en su ya acostumbrado acto de querer pasar gato por liebre. La verdad es que baja un 3,25%, respecto al presupuesto 2020 y solo se redistribuyen gastos ¿Razones de este nuevo maquillaje comunicacional? A continuación, el detalle de algunas.
Este presupuesto no aumenta por los más de USD 1.000.000 anunciados por el Presidente de la República hace algunas semanas. Los 600.000 millones destinados al pago de la deuda anual a través de fondos del Tesoro Público, ya no están disponibles, para este 2021. Históricamente se dejaba un margen para cubrir los gastos extraordinarios que superan el presupuesto del año en curso, y cuyo pago era asumido por el Ministerio de Hacienda al final del período. Esa salvaguarda hoy ya no existe, puesto que dicho monto ya está incluido en el presupuesto 2021, para ser redistribuido en la cobertura de otros programas como la inversión en la vacuna Covid19 y la reducción de las listas de espera.
Otra redistribución de gastos se hará en el área de contrataciones de personal y en la de compra de bienes y servicios, en los Servicios de Salud, cuyos presupuestos serían aumentados, pero con la incertidumbre de que esto sea efectivo, ya que, por ejemplo, se proyecta para el 2021 el traspaso de quienes trabajan a honorarios a la modalidad de contrata y de éstos últimos a la titularidad. Además, dicho aumento se justifica con nuevas contrataciones, pero las cuales están asociadas principalmente en los dos servicios de salud con hospitales normalizados, es decir con aumento de dotación de camas y por lo tanto de personal, como son el Gustavo Fricke en Viña del Mar y Félix Búlnes en Cerro Navia. Esto significa que ese incremento del gasto no viene a resolver la brecha histórica de personal para la atención de la población.
A su vez, disminuyen los aportes a las Cajas de Compensación y la modalidad Libre Elección, dentro de los primeros, fondos que son para el pago de licencias médicas, esta vez pagadas directamente por FONASA, por lo tanto, la plata es la misma. En tanto los aportes Libre Elección se verán restringidas en la atenciones en centros privados por los beneficiarios de los tramos B, C y D de FONASA.
El financiamiento a la red asistencial tampoco sube, sino que se redistribuye, ya que crece en un 40% a través del Pago de Prestaciones Institucionales (PPI) y Grupos Relacionado Diagnóstico (GRD), que a partir de este 2020 se cambia el financiamiento a través de los Pagos de Prestaciones Valorizadas (PPV) por los GRD. Si bien aumentan estos montos destinados como PPI y GRD, no se explica que gran parte de estos fondos ya no serán pagados a través de las PPV, nuevamente es el mismo dinero.
En la Atención Primaria Salud también hay un aumento global del 1,72%, pero no es por concepto del per cápita, ya que actualmente hay un mayor número de inscritos en la atención primaria debido a la crisis económica y social de las personas que migraron hacia FONASA. Es decir, persiste el dinero que se invierte por persona y, a su vez, se mantiene la mirada hospitalocéntrica con enfoque biomédico, que es paliativo y reactivo a la enfermedad, ya que no se enfoca en la promoción de salud y la prevención de lesiones y enfermedades.
A todo lo anterior, es necesario sumar que la crisis económica, social y de salud que el país experimenta, ha provocado un aumento de la cesantía y una merma de los ingresos de las familias, lo cual repercute directamente en una disminución importante de las cotizaciones previsionales de los afiliados que realizan a FONASA. Esto incide directamente en el presupuesto de salud y también en la pérdida de cobertura de quienes saldrán del sistema por no poder pagar sus cotizaciones, migrando a condición de FONASA A.
Los argumentos que demuestran que el Gobierno engaña, una vez más, son contundentes. El presupuesto de salud es insuficiente y se necesitan más recursos para atender a las personas contagiadas por el Covid19, el cual sigue presente. También para quienes requieren atención habitual, las que están en listas de espera quirúrgicas y de especialidad, y todos los gastos extraordinarios que siguen acumulándose por la pandemia. Jamás hemos hecho la vista gorda y, hoy, menos que nunca.