“LAS ENFERMERAS DETENIDAS DESAPARECIDAS MERECEN SER HONRADAS CON ACCIONES QUE CONDUZCAN A LA VERDAD”

Opinión

Cada 30 de agosto, Día del Detenido Desaparecido, Chile enfrenta una herida que sigue abierta desde la dictadura militar, iniciada en 1973. A más de 50 años de aquellos aciagos días, el dolor y la incertidumbre persisten, especialmente para quienes aún buscan a sus seres queridos. Entre esas víctimas se cuentan enfermeras y estudiantes de enfermería, mujeres que fueron brutalmente arrancadas de sus vidas y familias. Como enfermeras y enfermeros, sentimos profundamente la ausencia de quienes alguna vez fueron nuestras compañeras, no solo porque compartimos una misma misión de servicio, sino porque su desaparición representa un crimen de Estado que, a pesar del tiempo transcurrido, sigue sin resolverse.

El Estado de Chile ha hecho muchas promesas de verdad y justicia, sin embargo, sigue quedando al debe. La tan manoseada reparación se ha convertido en un concepto hueco, una promesa incumplida que solo acentúa la sensación de abandono y olvido. Las políticas públicas de reparación han sido insuficientes, tardías y en muchos casos, solamente simbólicas. Las familias de los detenidos desaparecidos, incluidas las de nuestras colegas enfermeras, han luchado incansablemente por décadas, exigiendo respuestas que el Estado no ha sido capaz de proporcionar. La impunidad ha sido la norma y los responsables de estos crímenes, en su mayoría, no han enfrentado las consecuencias de sus acciones, en la proporcionalidad esperada, perpetuando el dolor de familiares y amigos.

Incluso desde la mirada feminista, el caso de nuestras colegas, representa la violencia ejercida contra mujeres que, en su rol de cuidadoras, fueron consideradas como una peligrosa amenaza simplemente por ser libre pensantes y por su compromiso con la salud pública de nuestro país. Sus desapariciones se han convertido no solo  en un crimen contra ellas, sino contra toda la sociedad chilena, que perdió a quienes estaban destinadas a cuidar de su bienestar.

Es hora que el Estado asuma su responsabilidad histórica y deje de ser cómplice del olvido. Las enfermeras y estudiantes de enfermería desaparecidas, merecen ser recordadas y honradas con acciones reales que conduzcan a la verdad y la justicia que tanto necesitamos como país. Que este día sea un recordatorio constante, que no hay verdadera paz sin justicia; y que el camino hacia la reparación pasa inevitablemente por la verdad.