PROBLEMAS DE SALUD MENTAL: LA OBLIGACIÓN DE PREVENIR UNA SEGUNDA PANDEMIA
La crisis sanitaria causada por el SARS COV 2 es un fenómeno que no ocurría hace 100 años y, que además de dejar graves consecuencias en la economía, ha causado estragos en la salud mental de la población.
Es evidente que todo ha cambiado. Hemos tenido que acostumbrarnos a un estilo de vida que nunca imaginamos, pero que aquí está. Tangible, insufrible y latente. Debemos estar alertas a no contagiarnos, con un distanciamiento físico que nos impide abrazarnos, besarnos y reunirnos. La incertidumbre, el miedo, la angustia y el pánico al contagio y probable muerte, inundan nuestro día a día; así como la desesperanza por una economía familiar empobrecida.
Frente al aciago panorama, en un país como el nuestro, que pre-pandemia ya presentaba alarmantes índices de problemas de salud mental, la curva se disparó y es sin duda una de los grandes temas que debemos enfrentar. Uno/a de cada cuatro chilenos/as tiene una enfermedad de salud mental, accediendo a tratamiento sólo un 20% de ellos/as y se calcula que más de 90.000 chilenos/as realizan intentos de suicidio al año, lo que equivale a 263 personas por día. Si a ello sumamos que el sistema público cuenta con sólo 617 psiquiatras (un poco menos de 5 por cada 100 mil habitantes, lejos de la udicación de la OCDE que recomienda 16 como mínimo), es claro que urgen las medidas.
El año pasado laa Organización Mundial de la Salud (OMS) proyectó que para el 2030, la depresión será la primera en la lista de enfermedades que padecerán las personas. Entonces, ahora que la crisis sanitaria mundial ha elevado su incidencia ¿Qué esperamos? Es necesario actuar ahora. Inyectar no sólo recursos, sino que también energía y voluntades de todos los actores para sobrellevar de mejor manera la segunda pandemia que se nos viene: la de alteraciones en la salud mental.
El Gobierno, así como quienes lideran las políticas públicas del país, además de ocuparse de revertir la debacle económica de tantas familias, tienen la obligación de preparar y entregar protocolos claros a la comunidad para adaptarse a este nuevo estilo de vida, con absoluta responsabilidad y conciencia; pero además, debe permitir el acceso universal a tratamientos de salud mental. Como enfermeras y enfermeros de Chile no bajaremos los brazos para que eso se cumpla, y seguiremos demandando que seamos incluidos en la toma de decisiones en materia de salud pública. Es lo que los pacientes necesitan y merecen.
Claudia González Ocaranza
Directora Ejecutiva de FENASENF
Presidenta ASENF de Copiapó